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En nuestra vida como miembros de la iglesia, tarde o temprano nos hacen esta pregunta: ¿Qué Biblia leen ustedes? Ocurre con cierta frecuencia cuando eres misionero regular o cuando hablas sobre tus creencias con algún amigo o conocido.
Esa pregunta puede referirse a dos cosas.
- El Libro de Mormón. Cuando el profeta José Smith dio a conocer que estaba traduciendo y, con el tiempo pudo publicar el Libro de Mormón, los creyentes cristianos de la época reaccionaron de modos muy variados, pero la mayoría lo rechazaron porque consideraban a la Biblia cristiana como un libro con el que se iniciaba y se concluía la comunicación de Dios con sus hijos. Pero además, en su sorpresa por ver aparecer un nuevo testamento de Cristo, se diseminó la idea de que la publicación del Libro de Mormón tenía la intención de eliminar a la Biblia como la Palabra de Dios, por lo que comenzaron a llamarlo “biblia mormona”, en tono de cierto desprecio o burla.
- La versión de la Biblia —la de siempre— que se usa para leer las Escrituras.
La historia de la Biblia en español
La historia de la traducción de la Biblia al español comenzó a desarrollarse en 1233 d.C., cuando el rey Jacobo de Aragón (en España, por supuesto) emitió un edicto en el Concilio de Tarragona prohibiendo “tanto a clérigos como laicos” leer, o incluso tener en su poder, copias de la escrituras sagradas a menos que estuvieran en latín, por ser la lengua oficial de los reinados y de la iglesia católica. Así es como sabemos que ya había en circulación traducciones al menos fragmentarias de la Biblia.

También se han descubierto manuscritos del siglo XIII en Madrid con textos bíblicos que parecen haber sido preparados por orden del rey Alfonso X, conocido como Alfonso el Sabio.

La versión en español de la Santa Biblia que actualmente usamos los miembros de habla hispana de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es conocida como la versión Reina-Valera, y es fruto de la reforma doctrinal que también llegó a España durante el siglo XVI, aunque fue combatida por la Contrarreforma.

Casiodoro de Reina, el traductor original, nació alrededor de 1520, sólo tres años después de que Martín Lutero clavara sus noventa y cinco tesis en las puertas de la iglesia de Wittenberg. En 1557 lo encontramos monje en el monasterio de San Isidoro y uno de los líderes del grupo que favoreció la Reforma.
Por supuesto, la Inquisición, que tenía sede en Sevilla desde el siglo XIII, representaba un peligro contra los reformistas (o sea, los protestantes) y Casiodoro huyó junto con otros monjes a Ginebra justo cuando un grupo de eruditos preparaba una versión al inglés de la Biblia, y Reina entonces se dio a la tarea de emprender su versión al español usando textos hebreos (masoréticos, o sea la biblia hebrea), y el texto griego que Erasmo de Róterdam (Países Bajos) había preparado para el Nuevo Testamento, y aplicando los métodos de comparación y crítica textual que comenzaba a desarrollarse. En 1559, Casiodoro se trasladó a Londres, donde se convirtió en pastor de los protestantes españoles refugiados bajo el auspicio de la reina Isabel.
En 1564, cuando se enteró de que el rey Felipe II de España hacía todo por desterrarlo de Inglaterra, Casiodoro se mudó a Amberes, en los Países Bajos, donde también había mucha actividad intelectual y mucho trabajo en torno a las traducciones de la Biblia. Para entonces la cabeza de Casiodoro de Reina tenía precio, de modo que huyó a Fráncfort, Alemania, en 1565 donde se hizo buen amigo de Teodoro de Beza, que acababa de publicar la primera de nueve ediciones del Nuevo Testamento en griego.
En 1568, Casiodoro de Reina finalmente completó su traducción al español de la Biblia y se mudó a Basilea, Suiza, donde Thomas Guarinos la editó en su imprenta. Para no ser plenamente identificada, la editorial puso en la portada el grabado de un oso comiendo miel al pie de un árbol; por esta razón se la llamó “la Biblia del Oso”. Hoy, cuatrocientos años después y tras varias revisiones, esta versión aún se sigue distribuyendo.

Diez años después de la publicación de la traducción de Reina, Cipriano de Valera, que había salido del monasterio de San Isidoro junto a Casiodoro, inició la revisión de esta importante obra. Modernizó la terminología y la grafía, eliminó las notas explicativas que Reina había puesto en los márgenes y siguió el patrón marcado por otras traducciones de la época, y agrupó los libros apócrifos al final del Antiguo Testamento.
A través de los años, se llevaron a cabo cambios adicionales en diversas impresiones y ediciones. En 1909, la entidad Sociedades Bíblicas Unidas publicó una edición de la Biblia de Reina-Valera, que estableció un texto estandarizado. Posteriormente, se han publicado otras revisiones, todas ellas basadas en esa edición en la que se han preservado el espíritu y el lenguaje tradicional de las Escrituras. Lo demás ha sido actualizar la puntuación y la acentuación.


La edición SUD en español de la Biblia
En 2009, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días publicó una edición de esa misma Biblia con algunas ayudas propias del mundo SUD:, como los resúmenes de los capítulos, las notas a pie de página, pasajes correlacionados con todos los libros canónicos de la Iglesia, y selecciones de la revisión que el profeta José Smith hizo de la Biblia del rey Santiago (King James version, o sea, la versión correspondiente en inglés), además de mapas, fotografías y una breve guía de pasajes seleccionados de la Biblia.
En la introducción de esa edición SUD de la Biblia leemos:
Quien con oración sincera estudie esta edición de la Santa Biblia llegará a adquirir, mediante la inspiración del Espíritu Santo, una mayor comprensión y un testimonio más firme de Dios, el Eterno Padre, y de Su Hijo Jesucristo, nuestro Señor y Redentor, así como de la plenitud del Evangelio de Jesucristo.
Cuando te pregunten qué Biblia leemos los miembros de la iglesia, ahora ya sabes qué contestar.