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Jorge Cocco, artista «por llamamiento»

Los episodios de la vida de Cristo y otros pasajes de las escrituras han cobrado una nueva dimensión que le aporta profundidad, meditación y, por supuesto, un goce estético reflexivo.

Los artistas son, un poco, como los profetas. Alzan su obra como conteniendo un mensaje encriptado, listo para que sólo los que tienen cierto estado de ánimo, de disposición y de apertura, lo desenvuelvan y se deleiten.

No es casualidad que la mayoría de los sueños de los profetas —o de personas que recibían un sueño de parte de Dios— parecieran más como versiones en movimiento de las corrientes artísticas menos realistas y más vanguardistas o exóticas de la Historia del Arte.

Otra cosa que tienen en común los profetas y los artistas es el «llamado». Algunas veces ese llamado llega a edades muy tempranas, como pasó con Samuel, el profeta del Antiguo Testamento. Y así pasó con Jorge Cocco.

Nacido en Concepción del Uruguay, Argentina, de niño era tan amante del arte que dormía con los lápices en la mano. Cuando recibió su primer premio tenía sólo nueve años de edad.

No hay un punto en el tiempo en el que me haya convertido en un artista. Simplemente me fui desarrollando como uno.

Jorge Cocco

Con los años, consolidó una carrera artística que le dio un renombre internacional. Y eventualmente conoció a Myriam Verbauwen, con quien contrajo matrimonio en 1962. Pero ese no iba a ser el último gran acontecimiento de su vida personal.

Jorge Cocco y su obra en su cuenta de Instagram.

Poco tiempo después de su matrimonio, conoció a los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Quizás no lo supo entonces, pero fue lo que los misioneros suelen llamar «un investigador de oro»: hacía preguntas y más preguntas, estudiaba, oraba y sentía la influencia del Espíritu Santo. Myriam y él se bautizaron ese mismo año en pleno invierno, en el recodo de un río.

Un cambio más que profundo

Hasta entonces, Jorge Cocco Santángelo pintaba sobre temas diversos adoptando corrientes como lo clásico, el expresionismo y el cubismo. Una vez que se unió a la iglesia, la primera pintura que elaboró fue un retrato de Jesucristo. El segundo fue un cuadro del profeta José Smith.

«Desde el momento en que entendí el evangelio, no sólo cambié mi vida, sino mi concepto de mí mismo, el concepto de por qué fui creado y de qué se esperaba de mi arte… Entendí que mi arte tenía que ser espiritual, incluso cuando no pintara sobre conceptos religiosos. Mis pinturas tenían que elevar e inspirar a la humanidad».

A medida que Jorge Cocco se iba familiarizando con el Libro de Mormón, comenzó a estudiar las culturas antiguas del continente americano para incoporar elementos iconográficos de tales civilizaciones en su obra. Cuando aprendió sobre los dones y la vida premortal, supo que el arte había sido un llamamiento que se le había dado desde antes de nacer.

En 1973 él y Myriam se sellaron en el Templo de Salt Lake, y cuatro años después se sellaron con sus hijos en el templo de Berna, Suiza. Luego, la familia se mudó a la gran ciudad de Buenos Aires para que Jorge tuviera una inmersión más profunda en el mundo artístico.

No fue fácil. Desde entonces sus hogares han sido más un estudio con dormitorios que una casa con taller. Pero ello ha significado una bendición. Los hogares-estudio de la familia siempre fueron centros de mucho aprendizaje y convivencia. Y aunque muchas veces la situación económica era más bien precaria, Jorge se muestra hoy muy agradecido con su esposa porque ella siempre lo ha apoyado y permanecido a su lado.

No hay retiro del arte

A sus 80 años de edad, Jorge Cocco vive una ajetreada agenda de exposiciones, festivales, conferencias y otros eventos alrededor del mundo. Recientemente participó en el Mormon Arts Center Festival en Nueva York, y actualmente su obra se exhibe en el Museo de Historia de la Iglesia.

Pero a pesar de su avanzada edad, está decidido a continuar en tanto se lo permitan sus fuerzas.

El arte y el evangelio

Para Jorge Cocco, el arte es una parte muy importante en la predicación del evangelio porque comparte verdades que no se pueden expresar con las palabras. Su obra es un claro ejemplo de cómo el arte explora y manifiesta conceptos difícilmente formulados en la lengua hablada.

«Puedo compartir mi testimonio con más fuerza con el arte que con lo que pueda decir o hacer.»

Jorge Cocco

Quizás lo más importante de todo esto es que Jorge Cocco está agradecido porque el arte le da la oportunidad de estar más cerca de Cristo:

«Es un gran esfuerzo intelectual pintar al Salvador o alguna otra escena sagrada. Se debe balancear el color, la forma, el ritmo, para hacer una buena composición. Pero al mismo tiempo, debo controlar mis emociones, mis sentimientos, para poder brindar una escena espiritual, un mensaje artístico y valor estético.»

«El evangelio es tan profundo que ofrece posibilidades infinitas de interpretación. Todo es valioso y se debe tomar en cuenta.»

Jorge Cocco

Jorge Cocco es un ejemplo de cómo el arte ha ayudado a fortalecer su testimonio del Salvador y de las verdades del evangelio restaurado: «Como muchos otros, yo también puedo decir que sé que el Salvador vive y que está más cerca de nosotros de lo que pensamos».